martes, 13 de julio de 2010

Días en Brasil (4)

La noche de Bahia…

Mi primera noche en Bahía….

Bueno, de hecho, si cuento que con mis padres viajamos a Italia cuando yo tenía 12 años, habíamos parado en Bahía…, no lo sería, pero ni siquiera ellos sabían muy bien dónde estábamos aquella vez, por lo tanto no suma…

Esa era, entonces, mi primera noche en Bahía.

Desperté esa tarde, les contaba, y salté a la ducha (increíblemente la posada las tenia individuales!!), salí renovado y con mucha hambre!!

Les había contado que la posada estaba frente al mar… por lo tanto… al salir… con qué me encontré? Con el Mar… rugiendo, a su ritmo…

Con este panorama comienzo, entonces, una búsqueda lógica…quería comer frente al mar… Alimentar el estómago y el espíritu sentado en una mesa admirando el blanco de la espuma de las olas surgir en el medio de la noche.
No fue muy difícil encontrar el lugar, a pocas cuadras de la posada, en una especie de terraza, un lindo restaurant, sencillo pero muy bien ubicado, y, lo más importante, con mesas afuera justo frente al mar…

La comida estuvo bien, tenía mucha hambre, por lo tanto no era difícil conformarme. Un detalle que no va a dejar de ser importante fue la bebida… Al sentarme en la mesa… brisa de frente, playa iluminada por la luna, pedí mi primer caipirinha, un aperitivo antes de comer nunca viene mal…Durante la cena la el maridaje fue con cerveza y obviamente... “mais una!!” . Para finalizar tanto placer no hubo postre, pero qué sí hubo? ”Mais una”… en este caso… caipirinha!!

Ahí me encontraba, ya entrada la noche, solito, caminando por la costanera de Salvador, bastante contento por mi estómago satisfecho y con ansias de divertirme…

La diversión…

Tengo muchas historias como estas… buscando lo que encuentro, encuentro lo que busco.
Iba, entonces, recorriendo la costanera bahiense (no Blanca), cuando escucho, por una calle transversal, música.
Era reggae, esa música que te invita a bailar, a moverte y, especialmente, a hacerlo si estás cerca de una playa… Me acercó ese ritmo excitante y cansino a la vez, ese riff de guitarra inconfundible.

Estaba en una calle medio oculta, me dió una pequeña sensación de inseguridad, pero acá es donde las “caipiras” empiezan a tomar protagonismo. Nada me importó y hacia allí fui…” Reggae Bar” rezaba poco original el graffitti en la puerta, respiré hondo aire bahiano y entré…

El panorama era pobre, muy pobre. Cinco a seis personas en el lugar, todos con apariencia “particular”. Un personaje alto y pelilargo (bien largo), su ladero, petiso y pelilargo (no tan largo) y unas tres morenas bien morenas y de porte bien brasilero.
Se notaba el ambiente “familiar”. Todos conocían a los dueños del lugar o a quienes lo administraban. Era una fiesta para 10… en un lugar para 500…

La música era la conexión, me acerqué a la barra y, obviamente, pedí una caipirinha. Se ve que mi look destilaba imagen de turista, por lo que en segundos tenía a los personajes amigos cercándome preguntando de donde venía…

Uds. ya saben de dónde venía yo… Entonces, en lo que sigue...les cuento sobre ellos…

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